martes, 31 de julio de 2007

Por la superficie.

Cuando vuelvo a casa
soy como una flecha errante
Apretados mis talones por sus dedos.
Silbo cuando agujereo el viento
y me olvido de los otros ruidos.

Hay un nombre que quisiera usar
quizás por un día o dos.

viernes, 27 de julio de 2007

¡Lo siento, Poe!

Justo en el momento en que tú me rechazabas, don Pedro se tropezaba con un ladrillo situado maliciosamente en el piso de mi entretecho, encontrándose con una superficie de la que asomaban sesenta y un largos clavos oxidados.
El pútrido aroma que me visitó los días siguientes, lo atribuí a tu ausencia. Y cuando llamé al celular de don Pedro, pensando en que su salida a comprar cigarrillos se hacía demasiado extensa —2 días— el repique de su teléfono por sobre mi cabeza me hizo comprender. Pero decidí no alterar la escena. Una muerte que se acurruca en mis recuerdos necesita de compañía.

sábado, 14 de julio de 2007

Los atragantados

Yo no sé todavía
por qué al final del día
la jarra se tiende a colmar

Voy a servir pasados
en una cena familiar.
Que Sátiro encuentre su lugar
entre la estufa y la mesa.
Donde yo mismo
me hago bolita
y aprieto las muelas.

En ese momento les pretendo confesar:
una gitana me detuvo,
y mientras humeaba del tubo
sentado me hizo jurar.

Voy a gritárselo a todos
sin siquiera ánimo de rimar
porque las maldiciones se gastan
y los malditos aprenden.

Así ya no habrá más jarra llena
ni tampoco más cena.
Mastica bien ese pan:
hoy no existe aguardiente
para hacerlo pasar.

Ultimo intento.

Este momento líquido
que se durmió sobre la escena
me guiñaba el ojo por siglos.

Tomo su promesa abriendo los labios.
No tarda el abrazo en ser personal:
no tarda el orgullo y su lomo de animal.

Yo sólo quería preguntarte
si algo entendiste en tu mueca cítrica.
¿Podrías bofetear o zamarrear?
Quizás la caricia despertar.
Ayúdame con tu aceite
a liberar el péndulo
que lleva tanto tiempo atascado.

2.

Podría anquilosarme
como bola de aire
pero todo seguiría igual.

Daba saltos en el umbral
y de pronto el resorte cedió
mi mentón al suelo saludó.

Podría confundirte para siempre
con estos venenos silenciosos.
Sin siquiera tener la bravura
para culpar a los de las canas de oro
y a sus esposas de caucho.

jueves, 12 de julio de 2007

Obituario de ayer

En una marmita de cobre
mis huesos añejos
perderán su canto.

Y sometido al llanto
apareo las ideas
de estirpes enemigas:
engendro al demonio.

Más respeto al odio
de vivir en la escalera.
Te consuelas con tubos
brotados del hierro

El humo en mi esqueleto
me arranca la condena.

Pálida y la legión de hormonas.

Tardé tanto
que se acabaron galaxias
y mi vigor enmudeció.

Tarde tanto
que volvió la mosquita
y mis labios recuperaron su color.

Me llega por correo
la sentencia de la espera.
Sin manera de completar la chomba
de los lazos que las hormonas sueltan
Tan fría te ves, que creo a veces
que lo eres no solo porque mi aliento te congela las ideas.

He de invocar a mis amigos de tela.
He de armar y desarmar imperios
de planes que viven en rebelión.

Tardé tanto
que olvidé
que por un segundo fui algo.

Algo que cualquier querubín
podría haber señalado con su dedo
y reventado de la envidia.

Migrañas.

Saboreas el día
que se derramó como leche en tus pupilas.
Apenas el calzado se acomoda
la corbata aprieta la garganta.
Al cruzar el pórtico
la mirada te traiciona
y las orugas devoran pavimento.

Los colores que aturden tu discurso
y las cejas de tus hermanos
no se inclinan hacia ningún lado.
Lifting emocional.
Secretos enterrados.
Olvidémonos de este día, y de todos los que siguen.
Una cajita tiene mis lágrimas
al borde del trampolín.

Lejos, comienzan a congelar.
Tratamos de ahogar las almohadas
pero tengo sinusitis.
Pastosa migraña.
Escucho los silbidos en mi cabeza tantas veces pateada.
Subidos ruidos profundos
que ya no me están haciendo daño
porque junto a mí duerme el odio
que abrazo como hermano.

Justo ahí.

Y mientras el charco llama
tú me miras con sed.
Se cruzan baldosas
con los balcones salivales.

Esa cabellera de espantapájaros.
me pareció tan dulcemente vieja.
Por un momento sentí que mi uña te rozaba.
Por un momento formamos eslabones con las ancas.

Y encontré amigos en la galaxia.
Pasas de largo, me reservo el aroma
por días y días de fiebre.
Sabes que mañana volveré a estirar el plástico tiempo
hecho en Taiwán.

miércoles, 11 de julio de 2007

Caballito

Lechosa caíste al lado
y galopando huiste.
Para colmar mis ansias
me deslizo en patineta.
No esperaba verte aquí
en la jaula que será mariposa
algún día romperá el asfalto con su lomo.

Antes de que pase tuve la ocasión
de ahogarme en tu mochila de color
Con tus huellas seguidas, tapadas por la nieve.
La alforja, el ojo negro y el amor.
El tipo que señala la instrucción
y el pito que me aturde, acordeón.

Espuma y obsesión.
No esperaba verte aquí.
Mientras sudo entre el ganado
te miro y respondes galope.
Y aunque me apure en las cavernas
tu paso me dobla, bien sabes tú.

Cuando la luz nos empapa
filtrada por el cielo que amenaza.
Desearé dejarte galopar
hasta que puedas el pórtico cruzar
balcones babosos cortar.
Adiós caballito, que tu filo
endulce la miel
que la estaca acaricie mi piel.