sábado, 14 de julio de 2007

2.

Podría anquilosarme
como bola de aire
pero todo seguiría igual.

Daba saltos en el umbral
y de pronto el resorte cedió
mi mentón al suelo saludó.

Podría confundirte para siempre
con estos venenos silenciosos.
Sin siquiera tener la bravura
para culpar a los de las canas de oro
y a sus esposas de caucho.

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