sábado, 29 de diciembre de 2007

El corral de moras. (abril, 2007)

a una comunidad universitaria entera

Te deslizabas por la pradera
y creíste que la gesticulación
de aquellas ninfas
no era más que un regalo para tu persona.

Pero nadie, salvo ellas, te puede dar fe de eso.
y ellas, por desgracia,
duramente protegidas.
Protegidas por la coraza de la divinidad
que tú les atribuyes.

Reptando:
juguetonas y menstruales
por caminos patéticos.
Crees, ilusamente,
desembocarán un día en ti.

Un día, piensas,
serás participe
de la más sudorosa de las orgías:
palparás sus carnes
anestesiando por fin la tormenta
rompiendo el encantamiento
encantamiento que nos repele;
nos repele con sus polos
sus polos…
equivocadamente imantados.

Por ahora debes conformarte
con las ideas que se abrigan
como viajeros mojados en tu cabeza
tu pobre cabeza sometida
entregada
al ruido del gong.

Que el humo serene y desate
tú completas el estambre
al verlas desplomarse sobre la hierba húmeda
en sus gestos
igualmente húmedos

Mañana dejarás que tu calzado de ciudad
decida guiarte
hacia un rincón cálido
vulnerable
donde,
como todos los días,
escucharás sus cánticos y lamentarás.
Lamentarás
que los tonos de tu actuar
sean tan pasmosamente distintos.

Lamentarás
el no poder
anestesiar esta tormenta.

Jardín en Ictinos 768

Como un matapiojos,
se deslizó la delicia sobre mi cabeza

Mi abuela Zunilda
me decía cuando niño:
“se te meten por los oídos”.
Pero creo que lo decía
para que no aplastara sus lirios

Como un coleóptero luminoso
de colores que dicen “veneno”
se deslizó la delicia;
parece que no tengo prisa.
No, no tengo prisa.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Juventud Hollejo

Los ancianos sienten que retrocedemos.
Nosotros, parece
olvidamos sentir:
Cada noche larga
Nos echamos a morir

Fuimos el corazón de la uva
el almíbar que sostiene esa piel.
Ahora poco somos.
Somos fermento, que desciende
acariciando la hiel.

lunes, 29 de octubre de 2007

Calco estúpido

¿Cómo podría ser
que entre el césped que se agita en el cerro
las mujeres zamarreen sus trofeos
y los chicos conozcan el vientre del lujo?
Es un curioso dibujo.

Curioso, porque en las perlas y en los poodles
en los azulejos, lisos rubios,
habita el calco estúpido.
Mi amigo, date cuenta:
¿de quién es el calzado que usas?

Mientras tus hijos con sus lupas
queman a los insectos de la periferia,
tu cuerpo pequeño dentro del saco
Secreta los mismos mensajes
que secreta el calco estúpido.
¿Eres tú, acaso, un estúpido?

La respuesta:
En la línea cocida de nuestros labios
Los que sabemos cosas
somos perros celosos.
Lo suficiente para pasar el resto de los tiempos
en laberintos azarosos.
Mi amigo, date cuenta:
nuestras sonrisas y nuestras banderas
de hace tiempo lucen tono común.
Mas no han alcanzado
A rozar el blanco aún.

jueves, 25 de octubre de 2007

Prometo compartirlo

Experiencia que asciende
con el humo que boto
sobre mi se reúne (estratosfera).
Quisiera tocarla como quien
acaricia su trofeo.
Tan modesto que lo veo.

Mis dedos muy pegajosos, mi soplido
la parte en dos, tres, cuatro
y al final entre partículas me bato.
No hay recipiente para ahorrar el estrés.
Esta experiencia condensada.
Estas fotografías y lamentos.

Crudo estaré, todavía.
Permanezcan conmigo, amigos:
al final del día,
un relámpago y un regalo.
Prometo compartirlo
en cuanto sepa abrirlo.

martes, 2 de octubre de 2007

Colegas

Ignorar las hormonas
es lo que nos va faltando
para derretirnos jugando
como niños de muecas tiernas.

Sentémonos en círculo:
nos mostramos los dientes,
entre margaritas, margarinas.
Me apuñalas con la lengua en forma de caricia.

Yo prefiero que hables tú.
Háblame tú: mi lengua se la comieron los seres humanos.

jueves, 16 de agosto de 2007

Mudo.

Quizás las leguas sean blandas
en estos empaques de ciudad.
Tu cabeza a la mitad.
Una calva verdosa.
Yo podría (y ciertamente deseo)
hacer un par de movimientos

No quiero entender tu actuar
porque sé que te pondrás tan ploma.
Como el búho en mi ventana
recordándome la deuda.
Como los portazos que le entrego
al mundo el día de hoy.

Otra vez expulsado del querer.
Otra más en siglos.
Tú ni me hablas
yo quisiera que lo hicieras.

Bien podría (y ciertamente deseo)
hacer un movimiento.
Pero cualquier movimiento,
real o de torsos verdes,
terminaría así:
Mudo.

Poema incompleto.

Jamás me conformaré con chocar los nudillos.
Jamás, con tanta carne en esos pliegues
Tantos reproches.

Todos alzamos los brazos al sol
El mío es particularmente húmedo
Un rostro dividido
Tan pálido como cálido
Tantos ángulos rectos.

Cuando la decisión me rebalsa,
Suelo toparme con la suerte;
Un montón de marcianitos verdes.
Un hecho tan complejo de pasar.

Y si estas letras son trigo dorado,
el papel donde están cayendo
es una hoz perversa.
No me importan en todo caso
ni las telas ni los trazos.

Volcán o ángulo recto.

Las muertes se disolvían
y yo quería forzar el portón.
Sólo me siento listo
para alcanzar tu furia
cuando los segundos me ahorcan

Sólo cuando tus pasos
diluidos en múltiples sorbos.
No sé si soy estorbo,
si soy escupo.
Poco sé de mí;
y poco sé de esta ansia
que confunde mis tripas
La verdad poco importa.

Mientras acaricie esta hoja
esa cara alumbrará mis tardes.
Como Dios o como sol.
Ahí arriba.
Observas.

martes, 7 de agosto de 2007

Reportaje²

El editor insiste
en medio de la bruma,
que redacte un reportaje
sobre el amor que me incinera:

“Recorte la temporalidad
y pásela por un embudo;

Tome sus lágrimas,
sáquelas de su almohada
y trasládelas a la redacción;

Piense en el tipo de receptor
para que tensione su estilo.
Contraste fuentes y vuélvase loco,
cuelgue de un hilo;

Recuerde que una hipótesis falsa
genera conocimiento verdadero
genera, también, un nudo en su pecho,
pero un nudo verdadero”.

martes, 31 de julio de 2007

Por la superficie.

Cuando vuelvo a casa
soy como una flecha errante
Apretados mis talones por sus dedos.
Silbo cuando agujereo el viento
y me olvido de los otros ruidos.

Hay un nombre que quisiera usar
quizás por un día o dos.

viernes, 27 de julio de 2007

¡Lo siento, Poe!

Justo en el momento en que tú me rechazabas, don Pedro se tropezaba con un ladrillo situado maliciosamente en el piso de mi entretecho, encontrándose con una superficie de la que asomaban sesenta y un largos clavos oxidados.
El pútrido aroma que me visitó los días siguientes, lo atribuí a tu ausencia. Y cuando llamé al celular de don Pedro, pensando en que su salida a comprar cigarrillos se hacía demasiado extensa —2 días— el repique de su teléfono por sobre mi cabeza me hizo comprender. Pero decidí no alterar la escena. Una muerte que se acurruca en mis recuerdos necesita de compañía.

sábado, 14 de julio de 2007

Los atragantados

Yo no sé todavía
por qué al final del día
la jarra se tiende a colmar

Voy a servir pasados
en una cena familiar.
Que Sátiro encuentre su lugar
entre la estufa y la mesa.
Donde yo mismo
me hago bolita
y aprieto las muelas.

En ese momento les pretendo confesar:
una gitana me detuvo,
y mientras humeaba del tubo
sentado me hizo jurar.

Voy a gritárselo a todos
sin siquiera ánimo de rimar
porque las maldiciones se gastan
y los malditos aprenden.

Así ya no habrá más jarra llena
ni tampoco más cena.
Mastica bien ese pan:
hoy no existe aguardiente
para hacerlo pasar.

Ultimo intento.

Este momento líquido
que se durmió sobre la escena
me guiñaba el ojo por siglos.

Tomo su promesa abriendo los labios.
No tarda el abrazo en ser personal:
no tarda el orgullo y su lomo de animal.

Yo sólo quería preguntarte
si algo entendiste en tu mueca cítrica.
¿Podrías bofetear o zamarrear?
Quizás la caricia despertar.
Ayúdame con tu aceite
a liberar el péndulo
que lleva tanto tiempo atascado.

2.

Podría anquilosarme
como bola de aire
pero todo seguiría igual.

Daba saltos en el umbral
y de pronto el resorte cedió
mi mentón al suelo saludó.

Podría confundirte para siempre
con estos venenos silenciosos.
Sin siquiera tener la bravura
para culpar a los de las canas de oro
y a sus esposas de caucho.

jueves, 12 de julio de 2007

Obituario de ayer

En una marmita de cobre
mis huesos añejos
perderán su canto.

Y sometido al llanto
apareo las ideas
de estirpes enemigas:
engendro al demonio.

Más respeto al odio
de vivir en la escalera.
Te consuelas con tubos
brotados del hierro

El humo en mi esqueleto
me arranca la condena.

Pálida y la legión de hormonas.

Tardé tanto
que se acabaron galaxias
y mi vigor enmudeció.

Tarde tanto
que volvió la mosquita
y mis labios recuperaron su color.

Me llega por correo
la sentencia de la espera.
Sin manera de completar la chomba
de los lazos que las hormonas sueltan
Tan fría te ves, que creo a veces
que lo eres no solo porque mi aliento te congela las ideas.

He de invocar a mis amigos de tela.
He de armar y desarmar imperios
de planes que viven en rebelión.

Tardé tanto
que olvidé
que por un segundo fui algo.

Algo que cualquier querubín
podría haber señalado con su dedo
y reventado de la envidia.

Migrañas.

Saboreas el día
que se derramó como leche en tus pupilas.
Apenas el calzado se acomoda
la corbata aprieta la garganta.
Al cruzar el pórtico
la mirada te traiciona
y las orugas devoran pavimento.

Los colores que aturden tu discurso
y las cejas de tus hermanos
no se inclinan hacia ningún lado.
Lifting emocional.
Secretos enterrados.
Olvidémonos de este día, y de todos los que siguen.
Una cajita tiene mis lágrimas
al borde del trampolín.

Lejos, comienzan a congelar.
Tratamos de ahogar las almohadas
pero tengo sinusitis.
Pastosa migraña.
Escucho los silbidos en mi cabeza tantas veces pateada.
Subidos ruidos profundos
que ya no me están haciendo daño
porque junto a mí duerme el odio
que abrazo como hermano.

Justo ahí.

Y mientras el charco llama
tú me miras con sed.
Se cruzan baldosas
con los balcones salivales.

Esa cabellera de espantapájaros.
me pareció tan dulcemente vieja.
Por un momento sentí que mi uña te rozaba.
Por un momento formamos eslabones con las ancas.

Y encontré amigos en la galaxia.
Pasas de largo, me reservo el aroma
por días y días de fiebre.
Sabes que mañana volveré a estirar el plástico tiempo
hecho en Taiwán.

miércoles, 11 de julio de 2007

Caballito

Lechosa caíste al lado
y galopando huiste.
Para colmar mis ansias
me deslizo en patineta.
No esperaba verte aquí
en la jaula que será mariposa
algún día romperá el asfalto con su lomo.

Antes de que pase tuve la ocasión
de ahogarme en tu mochila de color
Con tus huellas seguidas, tapadas por la nieve.
La alforja, el ojo negro y el amor.
El tipo que señala la instrucción
y el pito que me aturde, acordeón.

Espuma y obsesión.
No esperaba verte aquí.
Mientras sudo entre el ganado
te miro y respondes galope.
Y aunque me apure en las cavernas
tu paso me dobla, bien sabes tú.

Cuando la luz nos empapa
filtrada por el cielo que amenaza.
Desearé dejarte galopar
hasta que puedas el pórtico cruzar
balcones babosos cortar.
Adiós caballito, que tu filo
endulce la miel
que la estaca acaricie mi piel.